Hoy en un día muy especial en muchas casas, ¿quién no tiene en casa un padre, un abuelo o un José en ella?
Desde aquí quiero felicitar a todos ellos y tener un recuerdo muy especial para mi padre, que hace mucho tiempo faltó de mi vida y al que echo de menos todos y cada uno de los días de mi vida. Y para ello voy a compartir con vosotros una carta que le escribí el día que lo trasladamos a su morada definitiva.
Papa, allí donde estés, que seguro que será junto a nosotros, ¡feliz día del padre!
Te quiero muchísimo, hoy y siempre, por muchos años que pasen y ya van 19…
Cada vez que el aire de poniente,
en la tórrida tarde de verano,
me devuelva el aroma dulzón de la cebada,
tú estarás conmigo.
Cada vez que un impaciente padre,
espere nervioso
la llegada del tren a la estación,
tú estarás conmigo.
Cada vez que la Puerta de Toledo
se erija ante mis ojos,
y me recuerde tu eterna canción,
tú estarás conmigo.
Cada vez que el tardío veranillo de San Miguel,
haga madurar los racimos,
tú estarás conmigo.
Cada vez que mis pasos me conduzcan de nuevo
al paseo de la Universidad,
tú estarás conmigo.
Cada vez que el adulador Morfeo,
venga a arroparme de madrugada,
devolviéndome tu cara, tu sonrisa,
tu mirada, tu presencia,
tú estarás conmigo.
Cada vez que la aurora de blancos dedos,
ponga en pie a los gallos,
tú estarás conmigo.
Cada vez que la dulce voz de mi madre,
me relate vuestra historia,
tú estarás conmigo.
Cada vez que la llegada de mi hermano,
traiga el aroma a tierra recién abierta,
tú estarás conmigo.
Cada vez que la clara mirada de mi hermana,
refleje tus verdes ojos,
tú estarás conmigo.
Cada vez que tus amigos,
rodeen mi hombro con su brazo,
y sienta su palmada en mi espalda,
tú estarás conmigo.
Cada vez que Elena y Carlos me sonrían,
Cada vez que me alaben,
Cada vez que coseche éxitos,
Cada vez que me mire…
Mientras mi corazón siga latiendo día a día,
mientras me quede un solo aliento en el pecho,
tú estarás conmigo.
Y después…, después yo ya estaré contigo.
Abengibre, 30 de octubre de 2004