Preparar el Galinche
Para empezar se preparaba el Galinche: se ponía en el suelo un cartucho vacío o una caja de cerillas, sobre los que se debían colocar las monedas de todos los jugadores. Normalmente era una perra gorda (10 céntimos) por cada uno.
Establecer turnos
Preparado el lugar de juego, se debían establecer los turnos. Para ello, se hacía una raya en el suelo y todos los jugadores se colocaban a unos ocho o diez metros de la misma, desde donde debían lanzar los tejos. Los turnos para jugar se establecían en relación a la proximidad de los tejos a ésta: el que más se acercaba a la raya era el primero en jugar y así sucesivamente.
Todos tiraban desde la misma línea, que era la que habían utilizado para establecer el turno de tiradas. Pero para que el primer jugador no tuviera ventaja sobre el resto, se ponía el galinche a una distancia muy considerable, entre unos 15 y 20 metros, y no siempre los primeros tiradores acertaban a darle al galinche.
Lanzar los techos
Una vez establecidos los turnos, el primer jugador cogía los tejos de todos y, tras situarse en la raya de los turnos, los lanzaba uno a uno contra el galinche, con la finalidad de separarlo de las monedas. Tras tirar todos los tejos, los jugadores se acercaban para actuar de árbitros, ya que debían comprobar las distancias en que habían quedado los tejos respecto a las monedas y al galinche. Si uno o varios tejos quedaban más cerca de las monedas que del galinche, el jugador que tiraba ganaba esas monedas y las retiraba del juego.
El segundo jugador
Si alguna moneda quedaba más cerca del galinche o si todavía quedaban monedas, entonces el segundo jugador, sin tocar las otras monedas ni al galinche, recogía todos los tejos y los lanzaba a las monedas que seguían esparcidas para llevarse el mayor número posible.
Los últimos turnos tenían menos posibilidades
También podía darse el caso de que el jugador anterior no hubiera atinado al galinche y las monedas estuvieran aún sobre éste, de modo que tendría que lanzar los tejos para tirar el galinche. Así seguían jugando mientras quedaran monedas. Como es de suponer los últimos tenían menos posibilidades de ganar, pues para eso se establecía el turno.
Volver a empezar
Cuando no quedaban monedas, cada jugador posaba otra vez y se volvía a empezar.