Biografías de abengibreños destacados
Biografía y hechos más notables de las personas y personalidades más destacadas de Abengibre, cuyas vidas han marcado la historia de nuestro pueblo y, en ocasiones, de España
Juan Antonio Maldonado Albarracín (1734-1816)
La tradición oral de nuestro pueblo cuenta que Juan Antonio Maldonado Albarracín fue Virrey de la Calabria, región del sur de Italia, perteneciente al Reinado de las Dos Sicilias a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
A principios del siglo XVIII, durante el reinado de Felipe V, cuenta la tradición oral que Don Juan Antonio Maldonado Albarracín fue nombrado Virrey de la Calabria, región del sur de Italia que en aquel entonces formaba parte de las posesiones españolas, concretamente al Reino de las Dos Sicilias. El virrey era el encargado de administrar, como delegado y en nombre del rey, un territorio.
Para conocer el resto de su vida hay que recurrir al profundo estudio realizado por otro hijo de nuestro pueblo, Antonio Martínez, que tantos años lleva dedicado a esta causa…
Nacido en Jorquera el día 9 de junio del año 1734, siendo hijo del Licenciado don Joseph Maldonado y de Theresa Albarracín, y sobrino por parte paterna de Jacinto Maldonado (Licenciado Canónico, Escribano y Abogado de los Reales Consejos). Una familia acomodada de la época y destinados al estudio de las Letras, no muy normal en aquella época.
Siendo joven se traslada a Madrid, donde cursa estudios de Abogacía, obteniendo el título de Abogado de los Reales Consejos, alrededor del año 1760. En 1772, entra a formar parte de los empleados de la Casa de Don Pedro Alcántara, de Toledo y Silva (XII Duque del Infantado, Pastrana, Lerma, etc.). En 1779, en el periodo que pasa destinado en Alberique, para hacerse cargo de los bienes que en dicha Varonía tenía el Duque del Infantado, se aloja en el Palacio de la Villa y es allí donde conoce a Margarita Passuti Santiesteban, con la que se casa poco después. En ese tiempo, más concretamente entre los años 1779 a 1782, es nombrado Alcalde Mayor y Gobernador de la Varonía de Alberique y sus Jurisdicciones por el Duque, el cual manda al Ayuntamiento una extensa carta para que se lleve a cargo el nombramiento y en la que en una parte de ella se puede leer. «…le doy al referido Gobernador el Poder, Facultad y Jurisdicción, que de derecho se requiere y es necesario, sin limitación alguna y para ejecutar cualesquiera Sentencias que de derecho se deban…«. La forma con la que desarrolló su labor estos años le valió para que el Duque lo ascendiera a Superintendente General de la Villa de Buitrago e Intendente de Guadalajara y que se confiriese la Subdelegación de Montes y Rentas Reales en dicho Partido.
Después de los terremotos que asolaron el sur de Italia en 1783, se traslada a Calabria para reparar y restablecer dicho estado y donde según sus palabras «…se necesitaría un libro y no pequeño para comprender cuales serían los Servicios que me merecieron la satisfacción elogios y agradecimientos de Sus Excelencias…«
En 1790 vuelve a España con un salvoconducto firmado por Don Francisco Antonio de Lacy, Conde de Lacy, Caballero Gran-Cruz Real, y distinguida Orden de Carlos III, etc., etc., para que Juan Antonio Maldonado, su mujer y tres hijos, no tengan inconveniente para su vuelta a Madrid desde Nápoles y «…mando a todos los Ministros de la Guerra y Justicia, sujetos a nuestra jurisdicción, y a los que no los son, pedimos, y encargamos, no le pongan impedimento alguno en su viaje: antes bien le den la asistencia, que necesitare, por convenir así al Real Servicio…«
A las órdenes del XIII Duque del Infantado, D. Pedro de Alcántara de Toledo Salm-Salm, pasa a hacerse cargo delRamo de Cabaña del Duque, cargo que ostenta durante 15 años y, donde mediante sus oportunas gestiones y conocimientos, consigue aumentar las rentas de la Casa en seis mil ducados anuales, lo que le valió nuevamente otro reconocimiento, siendo desde entonces nombrado Administrador y Apoderado General de los bienes de la Casa del Infantado.
En la última recta de su vida laboral, es mencionable, por la importancia que tuvo, los papeles que preparó referentes al Pleito de incorporación de Alberique a los bienes del Duque.
En 1808, enterado de todo Su Excelencia, le concedió el retiro, aunque manifestándole mucho sentimiento y suplicándole lo hiciese después de dejar instruido a uno de los oficiales de confianza en la Contaduría, pues en dicho año 1808, se inicia la Guerra de la Independencia y el país empezaba a encontrarse un tanto ajetreado por los iniciantes disturbios.
Con 74 años de edad, se retira a Jorquera donde alterna su estancia con una finca en el término municipal de Fuentealbilla llamada «El Molar». Pero los acontecimientos hacen que el Duque vuelva a pedirle, pese a su avanzada edad, se encargue de dirigir y controlar las Administraciones cercanas, como la de Madrigueras, Balazote o la propia de Alberique, informándole en todo momento del estado de las cuentas en éstas.
Entre los años 1808 y 1815, mantiene una fluida correspondencia con el Duque, informándole de la situación de la guerra en esta comarca y la influencia en sus administraciones. Son curiosas las cartas en las que cuenta al Duque cómo el día 13 de junio de 1812, durante todo el día, estuvo en Jorquera una patrulla francesa, «un pueblo que se había librado de la amenaza enemiga por su situación escarpada«.
En junio de 1816 muere, y su cuerpo, posiblemente ataviado con los hábitos de los monjes Franciscanos Descalzos, como era su voluntad, descanse en la cripta que mandó construir en 1772 su tío, Don Jacinto Maldonado, en la Iglesia de la Villa.
Autor: Antonio Martínez Cuenca
Libro de las Fiestas en Honor a la Stma. Virgen de Cubas, Jorquera, Mayo de 2002
Genaro Maldonado (17xx-1854)
Genaro Maldonado fue un brillante matemático que publicó varios tratados sobre esta materia
Hijo del Virrey de la Calabria, don Juan Antonio Maldonado Albarracín (natural de la villa de Jorquera) y Margarita Passuti Santiesteban (nacida en Alberique), nació durante la estancia del matrimonio en la región italiana de la Calabria.
Según consta en los archivos de la Parroquia de San Miguel Arcángel, Genaro Maldonado falleció en la villa de Abengibre, el 28 de agosto de 1854, a los 78 años, de enfermedad de disentería. En su partida de defunción consta que era natural de Pizo, Reino de Nápoles, empleado retirado de la Casa del Infantado, viudo de Doña Isabel Pasuti y que vivió en la Aldea del Molar. Su cadáver fue enterrado en el cementerio de Abengibre. (Libro de Defunciones, Pág. 46, núm. 121)
Por la partida de matrimonio de su hijo Juan sabemos que su mujer, Isabel Passuti, nació en Yvi, reino de Francia; y por algunos libros manuscritos que se conservan en su familia, que llegó a ser un brillante matemático y presidente de la Academia de Jóvenes de Madrid hasta su clausura el 30 de septiembre de 1804.
Rafael Monares Cebrián (1811-1877)
Hijo de una abengibreña, Rafael Monares Cebrián fue Ministro de Gracia y Justicia a finales del siglo XIX, durante el reinado de Isabel II. A él debemos muchas de las mejoras de nuestra iglesia
A finales del siglo XVIII, vino a la Parroquia de Abengibre un sacerdote llamado D. Roque Monares Alonso, cuya familia procedía de Jumilla. Un hermano de este cura, D. Antonio Monares Alonso, contrae matrimonio con Dña. Teresa Cebrián y Cebrián, de Abengibre, hija de D. Juan Cebrián Murcia y de Teresa Cebrián Torres. (D. Antonio Monares Alonso falleció en Casas Ibáñez en el año 1.830, siendo Escribano Real). De esta unión, nace D. RAFAEL MONARES CEBRIAN el día 24 de Octubre de 1.811, en el pueblo de ROA (Burgos), donde su padre se encontraba ejerciendo de Escribano Real, siendo bautizado el día 27 de Octubre, en la Iglesia de Santa María. Fue Padrino D. Pedro Antonio Cordobés.
La primera educación la recibió en Madrid. El 1º de Octubre de 1.821 se matricula en la Cátedra de Rudimentos de Gramática Latina en los estudios de San Isidro. Por haberse trasladado, concluyó los estudios en las Escuelas Pías de Valencia.
Cursó la Filosofía en la Universidad de Valencia y se dedicó al estudio de Jurisprudencia. Recibió el grado de Licenciado el 23 de Diciembre de 1.834, con todos los honores de la Escuela.
En el claustro de Catedráticos de 18 de Octubre de 1.834, fue nombrado Sustituto de la Cátedra de segundo año de Leyes. , siendo uno de los examinadores. Obtuvo el grado de Doctor en la Facultad de Leyes de Valencia con sobresaliente, el 17 de Julio de 1.836.
Al mismo tiempo que impartía clases en la Cátedra de Leyes, el 21 de Agosto de 1.835, fue nombrado Agente Fiscal de la Real Audiencia de Valencia, cargo que desempeña hasta finales del año 1.836, que renunció para dedicarse exclusivamente a la enseñanza y a su oficio de abogado.
El 29 de Octubre de 1.836 solicita la incorporación al Colegio de Abogados de Valencia. Para ser admitido, entre otros requisitos, necesita probar sus antecedentes familiares, por lo que tiene que presentar personas que lo acrediten. Entre las personas que comparecen, hay varios de Casas Ibáñez y dos de Abengibre que dicen llamarse Martín Villena, de 32 años, y Juan Esteban López, de 72 años, ambos arrieros que se hallaban de tránsito en Valencia el día 8 de Diciembre de 1.836.
El 28 de Agosto de 1.837, es nombrado examinador por el Colegio de Abogado de Valencia. También fue Vicerrector de la Universidad de Valencia, Diputado a Cortes suplente por la Provincia de Albacete y desempeñó el cargo de Promotor Fiscal del Juzgado 2º de Valencia, hasta el año 1.841, que le aceptan la dimisión.
Alistado a la Milicia Nacional, llegó al grado de Comandante Mayor del primer Escuadrón de Valencia y tomó parte en las acciones de Chiva y Cheste, en la guerra Carlista (1837). El 9 de Agosto se 1840, el General Jefe de Estado Mayor del Ejército del Centro, solicita al Regente de la Audiencia Territorial de Valencia, nombre un Letrado para dictaminar en un negocio delicado y poder resolver con arreglo a Justicia, siendo designado D. Rafael Monares.
Elegido Diputado Provincial de Valencia por el distrito de Enguera, pertenecía al partido denominado del Progreso Legal.
El año 1843 se estableció en Albacete, donde ejerció de abogado.
El año 1847 volvió a Valencia y el 24 de Diciembre fue elegido Decano del Colegio de Abogados.
En Julio de 1849, fue nombrado Letrado consultor del Tribunal de Comercio de Valencia. En diversas legislaturas ejerció el cargo de Diputado a Cortes. En el año 1854, fue elegido por Albacete.
Fue Vicepresidente del Congreso de los Diputados.
El día 30 de Enero de 1863, es nombrado Subsecretario del Ministerio de Gracia y Justicia, siendo Ministro D. Nicomedes Pastor Díaz.
El día 3 de Marzo de 1.863, es nombrado Ministro de Gracia y Justicia. El escrito dice:
Excmo. Sr.: La Reina (q.D.g.) se ha servido expedir con esta fecha el Real decreto siguiente: «En atención a las circunstancias que concurren en Don Rafael Monares y Cebrián, Vicepresidente del Congreso de los Diputados, vengo en nombrarle Ministro de Gracia y Justicia». De Real Orden lo traslado a V.E. para su conocimiento y efectos correspondientes. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid a 3 de Marzo de 1.863. Fdo. El Marqués de Miraflores
El día 30 de Diciembre de 1.864, es nombrado Senador. El escrito dice:
Excmo. Señor: La Reina (q.D.g.) se ha servido expedir el Real Decreto siguiente: Usando la prerrogativa que me confiere, en virtud de los artículos catorce y quince de la Constitución y oído mi Consejo de Ministros, vengo en nombrar Senador del Reino a Don Rafael Monares, que reúne las circunstancias conferidas en el párrafo tercero del artículo quince de la Constitución. Dado en Palacio a treinta de Diciembre de mil ochocientos sesenta y cuatro. Está rubricado de la Real mano. El Presidente del Consejo de Ministros, Ramón María Narváez. De Real Orden lo traslado a V.E. para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid 30 de Diciembre de 1.864. Fdo. El Marqués de Valencia
El año 1.868, cuando fue destronada la Reina Isabel II, se retiró de la política y se marchó al extranjero, regresando a España después de la restauración.
Murió en Alcalá de Henares el día 13 de Abril de 1877.
Autor: Francisco García Pérez, Octubre-2006
Ángel Valera (mediados siglo XIX)
Trabajó al servicio personal de la reina Isabel II y persona de total confianza del ministro Rafael Monares, con quien la tradición oral de nuestro pueblo dice que planeó la secreta huida de la reina.
Nacido a mediados del siglo XIX, Ángel Valera se encontraba prestando servicio militar en Madrid en 1868, fecha en que fue destronada la reina Isabel II.
Por orden de Don Rafael Monares Cebrián, que tenía gran confianza en él, y era el Ministro de Gracia y Justicia, acompañó a la reina desde Palacio hasta la estación de trenes en su huida a Francia, haciéndola pasar desapercibida ante las turbas amotinadas que deseaban su encarcelamiento.
La reina, en recompensa a tan gran lealtad, le entregó un anillo pidiéndole que si alguna vez volvía a España, se presentara ante ella y le mostrara el anillo para poder recompensarlo debidamente. Dicen que luego se presentó a su Majestad, quien le concedió el título de Caballero Cubierto Ante el Rey, y que permaneció en Palacio hasta su fallecimiento, pero lo cierto es que Isabel II no volvió a España tras su destierro, por lo que si se le concedió este título debió ser por los servicios prestados antes de su marcha de España.
De cualquier forma, en su momento debió ser una persona muy distinguida,pues el pueblo de Abengibre le dedicó una calle como Hijo Ilustre de la localidad, la calle Valera.
Sebastián Cebrián Pérez (1830)
Conocido popularmente como «Sebastián de Juanaco», es nuestro bandolero particular, cuya vida transcurrió en el siglo XIX y su leyenda todavía sigue viva
Nos cuenta la historia, en este caso la oral, que hace unos 150 años vivía en Abengibre una familia a la que apodaban «Los Juanacos». Esta familia, compuesta por los padres: Juan Cebrián Torres y Juana Pérez, tenía cuatro hijos, Cristóbal, Juan, Miguel y Sebastián; unos mocetones, alegres, trabajadores, que la mayoría de las veces se divertían volcando carros, rulando los poyos que había junto a las puertas de las casas y otras trastadas que exigieran fuerza.
Un día, el padre envió a dos de sus hijos, Juan y Sebastián, a vender dos pieles de aceite, con 5 arrobas cada una (unos 110 kilos) a Golosalvo; pero, aprovechando que eran las fiestas de san Jorge, los dos chavales se pusieron la ropilla más nueva que tenían y con el burrillo cargado, llegaron a la plaza de Golosalvo. Ataron el animal a una reja, descargaron las pieles de aceite y allí quedaron, mientras ellos de divertían. Después, sin vender ni una alcuza de aceite, ni de haberlo intentado, se dispusieron a regresar al pueblo y cual sería el asombro de las muchas personas que había en la plaza, cuando Sebastián cargó las 10 arrobas de aceite –en el burro- sin ayuda de ninguna clase, ni siquiera ayudándose del cuerpo, para no mancharse. Aquello fue motivo de admiración y comentario, no se habló de otra cosa en aquellas fiestas. La noticia corrió de pueblo en pueblo, por toda la comarca. Muchos probaron, se hicieron apuestas, no se sabe de nadie que hiciera lo que Sebastián de Abengibre.
Pero lo curioso y digno de contar fue que estando en Albacete, se acercó a un grupo de hombres que estaban tirando a la bola. Uno de aquel grupo se vanagloriaba de lo lejos que lanzaba y desafiaba a los presentes sin obtener respuesta. La bola, con un peso de 36 libras (16’56 kilos), había quedado a unos metros de distancia del grupo. Salió Sebastián en dirección a la bola, la cogió y dijo en voz alta: «Quietos todos», al tiempo que lanzó la bola por encima del grupo de hombres a una distancia triple al que anteriormente se jactaba de su fuerza. El grupo quedó mudo por el miedo, por ver cómo la bola había pasado por encima de sus cabezas y, sobre todo, por la distancia conseguida. Cuando el hecho se contaba en las tabernas y posadas, nadie lo creía, pero fue bien cierto. Vistas de los Montes de Toledo
Y, volviendo al hilo de la historia de Sebastián de Juanaco… En aquel tiempo, el comercio lo tenían los arrieros de nuestro pueblo en la ruta de Algeciras. Llevaban a vender o a porte los más variados productos: aceite, azafrán, hierro, carbón, papel, de todo. Con sus recuas de burros, solos bajo el cielo, andando siempre, de día y de noche, durmiendo poco, estando siempre alerta de ladrones y bandoleros, con el miedo de ver aparecer en algún recodo del camino, en aquellos parajes de Sierra Morena, a José María El Tempranillo, Los Niños de Écija, El Bizo o El Vivillo. Aquellos hombres, antepasados nuestros, se ganaban la vida a fuerza de exponerla.
En uno de aquellos viajes, Juan –el hermano de Sebastián- paró en una venta de Bujalance (Córdoba) donde el dueño y algunas personas de la venta, al ver el dinero que llevaba, le salieron al camino y en la emboscada le robaron y le dejaron herido de un brazo.
El hermano de Sebastián murió a consecuencia de la herida y fue entonces cuando Sebastián de Juanaco vendió su recua de burros, compró un caballo y marchó a la venta en que estuvo su hermano; hizo que los culpables le acompañaran al lugar del atraco y allí mismo los mató. Por aquellas muertes se vio obligado a huir de la justicia, refugiándose en los Montes de Toledo y formando parte de la cuadrilla del bandolero «Tres Juncos». Se cuenta que una de las veces, estando estos bandoleros preparados para comer y discutiendo unos con otros sobre dónde sentarse, Sebastián de Juanaco dijo al tiempo que se sentaba encima de uno de aquellos hombres: «Ya tengo silla», aguantando el malhechor, ante la osadía de Sebastián, durante toda la comida. Vistas de los Montes de Toledo
Y, conforme iba pasando el tiempo, el nombre de Sebastián de Juanaco se fue haciendo cada vez más famoso; unas veces, por sus atracos a diligencias; otras, por su generosidad a favor de los débiles. En una ocasión, con la partida de «Tres Juncos» asaltaron una diligencia y, después de que el jefe de la banda robara las joyas de las mujeres que en ella viajaban, Sebastián, haciendo frente a todos los de su cuadrilla, hizo que se les devolvieran las joyas a las mujeres diciendo: «Sebastián de Abengibre nunca roba a mujeres».
Esta generosidad aumentó su popularidad, ya de por sí amplia, moviéndose en una ilegalidad que excluía la violencia física y los delitos de sangre, como lo demostró en la venganza de su hermano perdonando la vida a una chaval, con el riesgo de que lo matara, diciéndole: «Muchacho, ve que te recríen, tú no hiciste nada».
Hubo en aquellos años ladrones y cuadrillas de bandoleros que se aprovecharon de su nombre para cometer fechorías; como en «Casa de Lanza» de Utiel, en que uno de Fuentealbilla, junto con la cuadrilla de Mariano de Abengibre, robaron diciendo que era Sebastián de Abengibre y su banda. A los pocos días, fue reclamado por la guardia civil a la plaza de Casas Ibáñez para ser reconocido por los señores que habían sido robados; dichas personas describieron a los ladrones y sin mediar palabra más, Sebastián marchó en su caballo a Fuentealbilla, dirigiéndose a un grupo de hombres que había en la plaza. Uno de ellos se le acercó diciéndole: «Hombre Sebastián, ¿de dónde vienes?» –a lo que él contestándole secamente: «De responder de un robo que hiciste, con mi nombre, en la casa de Lanza de Utiel». El malhechor confesó el robo.
Por no haber hecho demasiadas cosas graves, y seguramente con la ayuda de Don Rafael Monares Cebrián, hijo de este pueblo y Ministro de Gracia y Justicia en 1864, fue indultado por segunda vez, regresando a nuestro pueblo y contrayendo matrimonio con Ana Abellán, manteniéndose cierto tiempo apartado del bandolerismo y viviendo como un arriero más.
Pero las circunstancias y el destino jugaron demasiado con aquel muchacho que se hizo hombre antes de tiempo y que tuvo en sus manos la fuerza de sus antepasados picapedreros. Entre una familia de Jorquera y otra de aquí, lo involucraron en la muerte de un secretario del ayuntamiento; por lo que se vio nuevamente perseguido por la justicia, siendo capturado y condenado a muerte. Y, nos cuenta el recuerdo de padres a hijos, que hubo cierta persona influyente de Jorquera que le fue al Gobernador de Albacete con el cuento de que Sebastián de Juanaco había ido a prisión y que cuando saliera le iba a cortar al Señor Gobernador –por tenerlo encarcelado sin culpa- «sus tales y sus cuales». Bien que ésto influyera en el ánimo del gobernante o bien que el expediente de indulto se retrasara por ciertos motivos no aclarados suficientemente, la realidad fue que el perdón llegó cuando Sebastián ya había sido fusilado. Contaba sólo 33 años de edad.
Y así, con el paso de los años y como base esta historia oral, se ha venido tejiendo una aureola entorno a la figura de Sebastián de Juanaco, como modelo de hombre fuerte y valiente que a todos nos han relatado cuando éramos niños en forma de cuento. Por ello, el hecho de bajar Sebastián con un caballo por la Fuente del Palero, con el precipicio tan grande que hay o el luchar con el demonio, al que le cortó la oreja, quedará para los niños como una realidad más y, para los mayores, será parte de una leyenda mezclada con la historia, porque sólo Dios sabe cómo fue en realidad Sebastián de Abengibre.
Autor: Bautista Pérez González, Primer premio de prosa en la III Semana de la Convivencia, agosto de 1984
Bernardino Pérez Iniesta (1839-1920)
Fue poeta, escritor y dibujante. Escribió en 1879 la relación en verso de los «Alardes para Moros y Cristianos», en honor a San Miguel Arcángel, siendo representados hasta nuestros días en sus Fiestas Patronales
Bernardino vivió en Fuentealbilla, donde nació el 12 de noviembre de 1839, Abengibre, Madrid, Murcia, Villanueva de la Jara y Valdepeñas, para volver a Abengibre donde falleció el 2 de mayo de 1920.
Bernardino y su biógrafo
Poco conocíamos de la vida de Bernardino Pérez Iniesta hasta que ha visto la luz el libro de Bautista Pérez González, presentado con gran acogida las pasadas fiestas de septiembre de 2010. Ahora, gracias a su ardua labor de investigación, conocemos también la parte más importante de la historia, oral y documentada, de Abengibre pues, al tiempo que se narra la biografía de tan ilustre abengibreño, Bautista describe y recrea magistralmente la vida en nuestro pueblo de mediados del siglo XVIII a mediados del XX. Además, Bautista ha rescatado los textos originales de los Alardes que hoy en día se representan en Abengibre durante las fiestas de septiembre, y que ha transcrito en su totalidad.
Relatos de una vida, relatos de un pueblo. Bernardino Pérez Iniesta y los Alardes de Abengibre (1839-1920)
De su libro «Relatos de una vida, relatos de un pueblo. Bernardino Pérez Iniesta y los Alardes de Abengibre (1839-1920)», publicado por la Diputación de Albacete, he extraído parte de la biografía de Bernardino, aunque recomiendo encarecidamente la lectura del libro completo. Mi más sincera gratitud a Bautista por su amor y dedicación a Abengibre.
Bernardino Pérez Iniesta, figura histórica de Abengibre, fue maestro de Instrucción Primaria Pública Elemental, secretario del Ayuntamiento, recaudador de impuestos, agente de negocios civiles y funcionario del Instituto Geográfico y Estadístico de Murcia; así como escritor, poeta y dramaturgo, espléndido dibujante, hombre ingenioso y habilidoso, magnífico recitador e improvisador.
A caballo de dos centurias, coetáneo del inmortal Don Benito Pérez Galdós, Bernardino vivió la contienda con Marruecos y las luchas carlistas, también las agonías de nuestras últimas posesiones de ultramar (Filipinas, Cuba y Puerto Rico) y la I Guerra Mundial…, llegando a vislumbrar «los felices años veinte».
Bernardino Pérez Iniesta pasó las desgracias y penalidades que puede vivir el ser humano, como la muerte de seres queridos, años de pobreza, flagelos de cólera y temporadas enfermucho. Sufrió el desempleo y la emigración, soportó la incomprensión y hasta la envidia de sus convecinos. Todo un amplio y variado bagaje de experiencias reflejadas en su obra poética.
Felizmente para Abengibre, Bernardino compuso en verso los Alardes de Moros y Cristianos dedicados al Glorioso San Miguel, que, adheridos a la devoción al Paladín Celestial, vendrían a constituir lo más genuino, síntesis del amor y veneración de los abengibreños hacia su Patrón, y que, a pesar de los tornadizos tiempos, continúan representándose -con más devoción si cabe, tras 130 años de tradición-.
Juan Cebrián Rabadán (siglo XX)
Fue un prestigioso abogado establecido en Madrid en el siglo XX, al que debemos las acometidas de agua del pueblo
Licenciado en Derecho, se estableció en Madrid como abogado, donde fue muy bien considerado por el prestigio alcanzado en su profesión.
A él debemos la traída de aguas a esta localidad tras un famoso pleito que, gracias a su gran inteligencia y dotes profesionales, logró ganar para Abengibre.
En su época influyó mucho en la resolución de los problemas de sus paisanos.
Autor: Bautista Pérez
Ramona Cebrián González (1910-2001)
Toda su vida fue una dedicación exclusiva a los más necesitados y a la supervivencia de una de nuestras tradiciones más conocidas: Los Alardes de Moros y Cristianos.
Juan Montero Carrasco (1938)
El único deportista de renombre que ha tenido Abengibre, un ciclista con un cuajado palmarés entre los años 1955-1960
Conocido entre los informadores deportivos como «El Rayo de Abengibre» y popularmente como «Juanarro», Juan Montero nació en 1938.
Es el único deportista de renombre que ha tenido Abengibre, un ciclista con un cuajado palmarés entre los años 1955-1960.
Puedes encontrar más información sobre su vida como deportista en el libro de Bautista Pérez González: «Héroes de Leyenda (Cara y cruz de unos ciclistas albaceteños 1951-1961)», editado por la Diputación de Albacete en el año 2000, donde se narra la historia del ciclismo provincial al compás de sus figuras más destacadas. Este ejemplar cuesta 4’8 € + gastos de envío.
Miguel Soriano Carrasco
Fue el creador del banco Fidecaya, donó desinteresadamente el cuadro de San Miguel a Abengibre, y pagó la restauración de la iglesia. Tiene una calle dedicada en Abengibre.
Don José, maestro
Desgraciadamente no le conocí, pero por la forma en que todos hablan de él y le recuerdan, debió ser una persona maravillosa y un gran profesor, incentivando a todos sus alumnos para que dieran lo mejor se sí mismos. Tiene dedicada una calle en Abengibre.
Fernando López Carrasco
Ex-Presidente de las Cortes Regionales, aunque también fue Senador por Castilla-La Mancha, Secretario General Provincial del PSOE de Albacete, Consejero de Agricultura y Vicepresidente de Castilla-La Mancha.
Francisco José Pardo Piqueras (1962)
Licenciado en Derecho por la Universidad de Murcia, Paco Pardo, comenzó su carrera política como Alcalde de Abengibre.
Ha sido Director General de Relaciones Institucionales en la Presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha y Director del Gabinete del Presidente, José Bono.
Desde 2001 fue Secretario General de la Presidencia y, junto al entonces Ministro José Bono, fue Secretario de Estado de Defensa.
De 2007 a 2011 fue Presidente de las Cortes Regionales y, posteriormente, vicepresidente segundo de la cámara autonómica.
En 2012 abandonó la política y pasó al sector privado ocupando el cargo de vicepresidente de la empresa Tecnove y, de ahí, a la presidencia de la Asociación Nacional de Fabricantes de Bienes de Equipo (Sercobe).
En junio de 2018 fue nombrado Director General de la Policía Nacional, cargo que ocupa en la actualidad.