Ajo
Puede servir de base de platos como el Ajopuchero, acompañante de carnes o pescados, o comerse sólo, untado en una rebanada de pan
Puede acompañar a cualquier comida, pero en Abengibre se hace especialmente en Cuaresma para acompañar al pescado o servir de complemento a otras comidas untado sobre una rebanada de pan
Secreticos de la cocinera:
- Si las patatas se ponen a cocer con la piel están más sabrosas.
- Para que no salga muy fuerte, puede ponerse la mitad de aceite de oliva y la mitad de girasol.
- Debe moverse siempre al mismo ritmo y en la misma dirección para evitar que se corte.
- Para que los ajos se piquen bien y no salten, se pone un poco de sal en el fondo del mortero.
Se ponen a cocer las patatas. Si se ponen a cocer con la piel están más sabrosas. Para ello, lávalas bien antes de ponerlas a cocer para quitarles toda la tierra.
Mientras tanto, se pelan los ajos y se pican en el mortero con un poco de sal en el fondo para que no salten.
Una vez cocidas las patatas se deben dejar enfriar antes de pasarlas por el mortero porque si no se "amorrinan", es decir, que no se ligan con el ajo y éste no sale.
Una vez frías, se les retira la piel, y se añaden al mortero donde estaban los ajos y se machaca todo lo que se pueda.
Después se pone una yema de huevo, se mezcla todo bien y empieza a echarse el aceite, poco a poco, siempre sin parar de remover.
Una vez que se quede una pasta suave, se mete en el frigorífico y se sirve frío.
Ingredientes
Instrucciones
Se ponen a cocer las patatas. Si se ponen a cocer con la piel están más sabrosas. Para ello, lávalas bien antes de ponerlas a cocer para quitarles toda la tierra.
Mientras tanto, se pelan los ajos y se pican en el mortero con un poco de sal en el fondo para que no salten.
Una vez cocidas las patatas se deben dejar enfriar antes de pasarlas por el mortero porque si no se "amorrinan", es decir, que no se ligan con el ajo y éste no sale.
Una vez frías, se les retira la piel, y se añaden al mortero donde estaban los ajos y se machaca todo lo que se pueda.
Después se pone una yema de huevo, se mezcla todo bien y empieza a echarse el aceite, poco a poco, siempre sin parar de remover.
Una vez que se quede una pasta suave, se mete en el frigorífico y se sirve frío.