
Antiguas Fiestas de San Miguel
Conocidas tradicionalmente como las Fiestas de San Miguel El Grande o San Miguel El Rico, contaban con unas preciosas celebraciones que desgraciadamente hemos perdido.
Origen de la celebración de San Miguel
Según el Beato Santiago de Vorágine, el mismo san Miguel dispuso que el 29 de Septiembre se dedicase a su nombre y que se erigiese una iglesia en el monte Gárgano conmemorándole, pues éste fue el primer lugar donde se apareció el Arcángel.
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Los Gozos a San Miguel
Los Gozos a San Miguel Arcángel se cantan durante la novena de las Fiestas de Septiembre, aunque, como cuenta Mateo López Valera, las mujeres sólo cantan las dos primeras estrofas porque desconocen el resto. Esperemos que con su esfuerzo, vuelvan a cantarse completos.
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Pues en la Corte del cielo
gozáis de tan altos dones.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
De la Escuadra Celestial
Sois el primer Coronel,
que al atrevido Luzbel,
venciste en guerra campal,
echando al fuego infernal
su rabia y su furioso anhelo.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
Vos al hombre desterraste
que profanó el Paraíso,
bien que con piadoso aviso
su enmienda solicitaste,
pues con piedad le enseñaste
a llevar con paz su duelo.
Dad a nuestros corazones
Miguel Arcángel, consuelo.
Vos al pueblo de Israel
sacaste libre a buen puerto,
y guiaste en el desierto,
por que a Dios sirviese fiel,
dándole por pan aquel
maná que bajo del cielo.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
De la Escuadra de María,
fuiste el cabo principal
y Embajador especial
de quien Cristo se valía,
cuando a su madre quería
consolar acá en el suelo.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
Cuando Cristo en oración
estaba en el huerto triste,
desde el Cielo le trajiste
el consuelo en su aflicción,
dando alivio en la ocasión
de su mayor consuelo.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
Mucho aprecio en el juicio
de Dios tú virtud alcanza,
pues te fía la balanza
para hacer de juez oficio.
Pesando virtud y vicio
del grande y del pequeñuelo:
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
La empresa más gloriosa
fía Dios a tú destreza,
y emplea tú fortaleza
en las más dificultosas.
Haces obras tan pasmosas
que admiran la Tierra y el Cielo;
dad a nuestros corazones
Miguel Arcángel, consuelo.
Abogado y protector
de la Iglesia Militante
cuidas siempre vigilante
de dar auxilio y favor,
y cuando el riesgo es mayor,
tanto es mayor tus desvelos.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
Dad pues, Arcángel glorioso
aliento a nuestra esperanza,
pues tenéis tanta privanza
con El Todopoderoso,
venga a todos presuroso
vuestro favor en un vuelo.
Dad a nuestros corazones,
Miguel Arcángel, consuelo.
Las Albas a San Miguel
Con las primeras luces del alba del día de San Miguel Arcángel (29 de septiembre) daba comienzo, en Abengibre, la festividad del patrón. Era entonces cuando se cantaban, ante la puerta de la Iglesia, las Albas a san Miguel.
Las Albas a San Miguel son una composición de cuatro estrofas de seis versos cada una, además de un terceto final, cuya composición es anónima, que se han transmitido oralmente de padres a hijos, y en las que el pueblo de Abengibre da las gracias al Patrón por su protección y le suplica ayuda contra las enfermedades, las plagas que asolan las cosechas y el miedo, a veces usando un tono chistoso pero amable y siempre respetuoso.
Primera planta
Arcángel Soberano danos licencia para cantar tus glorias y tus grandezas.
Si san Miguel supiera cuando es su día, el Cielo con la Tierra se juntaría.
San Miguel de septiembre, dónde has estado, que has tenido a Abengibre con gran cuidado.
Abengibre festeja a Miguel Santo, pues con Él tienen todos pronto reparo.
Por Patrón lo tenemos, nada temamos, con su amparo el Infierno ha de temblarnos.
Abengibre merece ser escuchado, siempre que a vuestras aras llegue humillado.
Segunda planta
A san Miguel bendito quiero y adoro, porque saca las almas del Purgatorio.
San Miguel de septiembre pesa las almas, pésame la mía Miguel del Alma.
Ante el trono adorable del Soberano, este Príncipe asiste muy esforzado.
Desde el Cielo sujeta con fuerte brazo a Luzbel que en tinieblas rabia penando.
Aunque fiero acometa todo su bando, no hay miedo pues basta Miguel a tantos.
Atropella y confunde Ángeles malos, rinde sus altiveces, para Él no hay bravos.
A tus pies el demonio tienes postrado, así se ven todos los de Dios privados.
Cuando Cristo en el huerto estaba orando, Vos Miguel descendisteis a confortarlo.
“Quién como Dios” se llama, y es cierto, pues con su nombre tiembla el vil contrario.
Capitán de la Guardia fuisteis bizarro, de las que es digna Madre del increado.
Protector de la Iglesia fuisteis aclamado y desempeñas airoso tan grande cargo.
La devoción alienta, ríndale aplauso, pues Miguel gusta de ella y ha de premiarlo.
Tercera planta
El que a Vos os reclama en sus trabajos, sálvale Ángel Glorioso pues valéis tanto.
San Miguel de septiembre con su bandera, protector valeroso por esas eras.
Atropella y confunde a las hormigas que se llevan el grano de las hacinas.
Cuidar de sus haciendas, de sus rebaños, sus delicias alivian, pena y quebranto.
Si de fiebre o epidemia nos dais a salvo Miguel salud alcanza al invocarlo.
De los tres mayordomos que a Miguel sirven, Dios les de salud y gracias para cumplirle.
Para que Dios sirviendo, verlo y gozarlo, felices por los siglos con vos podamos.
Nos dicen los de Jorquera que no tenemos amparo, tenemos a san Miguel y a la Virgen del Rosario.
Este Arcángel Soberano, es Embajador también, todos a una voz digamos: ¡Viva el Patrón san Miguel!
La comida de Colación
Tras las Albas a San Miguel, todo el pueblo se reunía para realizar la comida de Colación, que era repartida por los tres Mayordomos de San Miguel a cambio de un pequeño donativo.
Normalmente esta colación se debía a una promesa u ofrecimiento particular, aunque en su preparación participaba todo el pueblo y, mediante una pequeña aportación económica, servía para cubrir los gastos de las fiestas: banda de música, procesiones, bailes…
La receta de esta sabrosa y dulce comida, que también recibía el nombre de colación, era bastante complicada y ocupaba el trabajo de varias docenas de personas durante dos días.
Los Alardes de Moros y Cristianos en honor a San Miguel
Los festejos del día posterior, 30 de Septiembre, son bastante conocidos por todos: en la puerta de la Iglesia, Perico el de Hormiga y Juan de Amparo, por los Moros, y Marcos Ruiz y Jesús Cebrián, por los Cristianos; ataviados con las ropas oportunas, daban «principio» a los Alardes de Moros y Cristianos.
La carrera del pollo
Por la tarde era habitual que, además del baile de todos los días, se realizara una carrera en el Camino de Jorquera (desde los Cebadales del Sastre hasta la entrada del pueblo) cuyo premio consistía en un pollo, un sabroso festín para años de tanta escasez como aquellos.
El Día de los Oficios de San Miguel
Quizá la celebración menos conocida por todos sea la del Día de los Oficios de San Miguel, ya el 1 de Octubre, en la cual tenía lugar el nombramiento de los Tres Mayordomos de san Miguel para el año siguiente. A su cargo estaba la organización de las fiestas religiosas y populares. Para sufragar los gastos organizaban en sus casas una especie de reunión a la cual podía acceder todo aquel que pagara una entrada simbólica de seis reales, a cambio de la cual le entregaban una torta de colación.
El acto de investidura de los Mayordomos
Normalmente los Mayordomos de san Miguel eran arrieros que se ofrecían por promesa u acción de gracias. El acto de investidura, de carácter público, era llamado Correr los Oficios y tenía lugar en la puerta de la Iglesia.
El párroco imponía la medalla de san Miguel y los atributos según la edad de los futuros mayordomos: al mayor se le asignaba un fajín bordado, colorado y blanco; al siguiente un bastón de mando y al último un pincho adornado con cintas. Si se daba el caso de que los aspirantes superaran el número de tres, se disponían los tres atributos en la puerta de la Iglesia mientras ellos esperaban, en línea y a cierta distancia, a que el sacristán alzase en remolinos la bandera del patrón para dar lugar a la carrera; siendo nombrados los tres que consiguiesen hacerse con los mencionados atributos.
Y para terminar… el puñaillo
Tras el nombramiento de Mayordomos, se clausuraban las fiestas con una invitación a los asistentes al puñaillo: «jeja tostá», garbanzos «torraos» y vino.
Sirva este modesto trabajo como reconocimiento y homenaje a nuestros mayores, a la Pepa de la Romera, a Mateo Valera, a Ramona Cebrián, y a tantos otros que ya hace tiempo que nos abandonaron, como Saturnino, el Serrano, la Rojilla, Marigorda, la Chica Nares… A mis abuelos y a mis queridos mayores, porque en ellos reside la verdadera sabiduría.